El otro día pensando en que tipo de galletas podríamos hacer para San Valentín, (llevábamos ya tiempo sin decorar galletas), se nos ocurrió la idea de hacer unas cartas de amor. No queríamos complicarnos demasiado, algo sencillo y rápido, sobre todo rápido, que últimamente parece que al día le faltan horas. Pues bien, solo hemos utilizado un par de colores para la glasa y unos corazones de azúcar, y como resultado...
¡Unas cartas de amor comestibles!
Como la impaciencia nos puede, ya las hemos repartido, y para que nadie se quede sin su mensaje de amor, os invitamos a compartir éstas con nosotras.
Para realizar estas galletas, lo primero que hay que hacer es cortar la masa con forma rectangular. No tenemos cortador con forma rectangular, no, aunque parezca mentira, no lo tenemos, así que cuchillo en mano, improvisé. La masa no estaba demasiado fría para cortar, y mis líneas rectas que no son demasiado rectas... al final no quedaron demasiado rectangulares, pero nada que un poco de glasa no pueda remediar. Primero, hay que rellenar el rectángulo del color que hayáis elegido: bordeamos con la glasa toda la galleta y luego, una vez establecidos los límites rellenamos. Una vez seca, hacemos el dibujo del borde de toda la galleta y el aspa central, (con glasa de consistencia dura) y colocamos el corazoncito.
Hemos de advertir que a las personas a las que les fue entregado este mensaje, sobre todo, les llegó.....
¡ al estómago! Cosas que pasan...
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