El otro día mi compañera de trabajo Marta me comentó que iba a celebrar su cumpleaños con un montón de amigos, a los que iba a traer para dicho evento desde sus respectivas ciudades de residencia. Esta celebración tan especial, se debe a que uno no cumple 50 años todos los días.
Nos pareció una idea genial, cada cumpleaños debería ser un motivo de celebración igual o más especial que el anterior. Pensamos en unas invitaciones un poco más especiales y sobre todo, personalizadas, y a ella la idea le gustó.
Quería unas invitaciones sencillas, pero glamurosas, elegantes, pero minimalistas.Las iba a mandar por correo, a la antigua usanza.
Decidimos darle importancia a los años, porque como dice ella: uno no cumple 50 todos los días...y por supuesto a la protagonista. Enmarcamos su silueta, en esa especie de marco sobrecargado, pero como el resto de la invitación era muy sencilla, no quedaba recargado.Las imprimimos en cartulina blanca, tamaño sobre, para no tener que doblarlas.Por detrás era por donde iba escrito el texto indicando el sitio, lugar... Nosotras no escribimos nada, eso ¡se lo dejamos a la protagonista!
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